lunes, 31 de marzo de 2008

La luz de la venganza

Otro día más en esta fría celda, las paredes metálicas no hacían más que recordarme porque estaba allí, y cada vez que vienen esas imágenes, el odio y el rencor se hacen dueños de mi mente, ¿Cómo una persona con la que había compartido quince años, fue capaz de traicionarme de esa manera? La verdad es que ya no confío en el amor, estos 173 años de existencia solo han hecho que corroborarlo, ahora solo puedo fiarme de mi mente, y de este joven cuerpo de nano máquinas. Por culpa de ella acabé aquí, durante el último robo de agua pura que hicimos en Taeres para venderla en el mercado negro de esta pútrida ciudad. Yo que la saqué de su triste vida, ahora viene y me vende al mejor postor, pero esto no quedará así, esta noche voy a salir de aquí…

Hoy era el día, pude salir de la celda, y por los innumerables pasillos fui escondiéndome por las sombras, al rato empezó a sonar la alarma, ya se habían dado cuenta de que alguien faltaba en esa celda, pero yo ya me encontraba en la azotea, a unos 100 metros del suelo, fui caminando lentamente hasta la cornisa y sin pensarlo… salté.

Quedé reventado contra el suelo, en el aire desconecté el sistema nervioso que me conectaba al cuerpo para no percibir dolor, rápidamente vino Miyo a recogerme con la vieja furgoneta de reparar sistemas de encriptación lógica.

- ¿Que tal viejo amigo? – me dijo con una breve sonrisa al verme.

- Ya me ves, un poco cansado… yo de ti arrancaría pronto. ¿Dónde me llevas?

- Tranquilo te llevo a casa de Mika, tiene un nuevo modelo para ti, espero que no lo rompas pronto jajaja. – dijo Miyo mientras arrancaba y se alejaba del Centro Penitenciario para Cyborgs.

Durante el trayecto, Miyo intento ponerme un poco al día, pero no parecía haber cambiado nada. Los humanos influentes continuaban viviendo bajo tierra, en ese mundo subterráneo creado cuando la Tierra fue enfriándose, allí construyeron un sol artificial, y es donde nace el agua más pura, filtrada por las rocas, además la temperatura es más cálida al estar más cerca del manto terrestre. Mientras en la superficie las cosas tampoco habían cambiado, estaba poblada de desechos humanos, cyborgs y mafias normalmente subvencionadas por las grandes potencias subterráneas. Pero lo que más me importaba era saber donde estaba ella, saber con quién se fue… quien puso precio a mi cabeza.

Fue pasando el tiempo, me adapté completamente a mi mejorado cuerpo. Ya habían dejado de buscarme, ¿me darán por muerto? Poco a poco he ido hablando con antiguos compañeros, gente que me debía favores, hasta descubrir un nombre que tal vez me lleve hacia la venganza. Roälm, llevaba una de las salas de conciertos más grande e importante de aquí, era el relaciones públicas para todos los capos de la ciudad, ha de saber quien puso precio a mi cabeza…

Ya era de noche, me encontraba dentro del Heaven’s Night, había estado aquí hace años, cuando era una persona respetable dentro del negocio del contrabando, pero ahora ya nadie me conocía. Aquello era impresionante, incluso se ha construido en gran ascensor que subía a través de un agujero enorme que conectaba los dos mundos. Estuve un par de horas reconociendo el lugar, y es que era realmente enorme, fue construido sobre la estructura de un antiguo centro comercial de 4 pisos, el escenario principal era redondo justo en medio del recinto, rodeado de escaleras mecánicas que se entrecruzaban para ir subiendo hasta las zonas más privilegiadas.

Ya era la hora y dio comienzo el concierto de Rat’s Step, era un grupo neo punk surgido recientemente por jóvenes desechos de la sociedad. Sobre el escenario eran únicos, todo el mundo estaba pendiente de su música, y del juego de luces y fuego, era algo espectacular… pero ahora no tengo tiempo de disfrutar, he de aprovechar la oportunidad que me brindan estos jóvenes.

Pude llegar hasta la 3ª planta gracias a un pase que me consiguieron… a partir de aquí tengo que arreglármelas con las cosas que tengo para llegar al próximo piso. La verdad es que no será muy difícil, si pude salir de la prisión esto no me resultará mucho más complicado. Así que con sigilo y aprovechando la oscuridad trepe por un estrecho hueco cerca de la pared hasta pasar al último piso, aquí aún había más seguridad y gracias a eso supe enseguida donde se encontraba Roälm. Entre por un conducto de aire hasta llegar a la habitación donde se encontraba. Baje con cuidado y sin hacer ruido me coloqué a su espalda mientras el cuchillo que sostenía le amenazaba afiladamente el cuello.

- Más te vale no hacer tonterías.

- ¿Quién eres?... ¿Qué quieres? – dijo él realmente asustado.

- Quiero que me contestes a un par de preguntas, pero mejor subamos arriba. No te pasará nada si haces todo lo que te digo.

Subimos a la azotea por el ascensor privado. El espectáculo visual desde allí arriba era increíble, grandes focos iluminaban la cúpula gris del cielo, mientras que unas pantallas enormes retransmitían el concierto, acompañadas de columnas de fuego.

- Supongo que aquí estaremos tranquilos. – dije mientras le soltaba el cuello y se colocaba enfrente de mí.

- ¿Quién eres? ¿Cómo osas venir a mi casa y amenazarme de esta manera?

- Tú me conoces bien, pero quizás en otro tiempo y con otra cara. Soy Raeks, y quiero que me digas quien puso precio a mi cabeza hace casi 6 años.

- … - Se quedó sin habla unos minutos, como si no pudiera creer que fuese cierto lo que estaba viendo. – Dijeron que habías muerto al intentar escapar de la prisión.

- Eso no contesta a mi pregunta, y empiezo a cansarme de ti…

- Tranquilo… tranquilo, se quien fue, se estuvo hablando durante mucho tiempo, eras alguien muy importante… sabes. – mientras hablaba una de sus manos iba a parar a su espalda. – Se trata de la familia Unreal y…

- ¡¡Zaaaaaaaaaaaaas!! – Un látigo se agarró a mi brazo.

- Jajajaja, ya eres mio… ahora vas a pagar por humillarme de esta forma. – Y una descarga eléctrica recorrió el látigo hasta pasar a mi cuerpo.

- Je… esto es todo, ya no necesito nada más. Hasta la vista. – Y como un relámpago atravesé a este desperdicio humano.

Ahora todo arde, toda la azotea esta en llamas, a mis espaldas todo es fuego y ceniza, y cogiendo carrerilla y de un salto surqué parte del cielo hasta llegar al edificio de enfrente, donde me esperaba una moto para volver a casa… pero esto aun no ha terminado, no hasta acabar con mi venganza.

domingo, 16 de marzo de 2008

Smell like Sunday sunset

Ya hemos llegado, justo cuando se acababa la canción de los Pixies, “Velouria”… no sé que tiene este grupo que siempre me anima. Apagué el motor, quité las luces y saqué las llaves del contacto.

- Ya puedes bajar cariño, es aquí.

- Wau, ¿Qué es esta maravilla? – dijo con una leve sonrisa.

- Jeje, sabía que te gustaría. La encontré la semana pasada.

- ¡Ah! ¿La encontraste? ¿No es tuya?

- No, que va, pero no te apures, está abandonada. Ya me aseguré yo de mirar si tenía dueño o no. ¿Vamos? Pronto se hará completamente de noche.

- Si… entremos. – dijo ella con más morbo que miedo.

Estaba anocheciendo, se había girado el tiempo y empezaba a refrescar, el viento ha traído consigo unos negros nubarrones, ya se sabe que en primavera pasan estas cosas.

Los jóvenes descargaron los bártulos del maletero y se dispusieron a entrar en la casa abandonada. Por lo que él sabía, se trataba de un viejo caserío familiar, databa del 1832 o eso ponía en una inscripción nada más entrar, junto al nombre con el que la bautizaron, “Isla de Encanta”. Por lo demás solo sabía que se dedicaban a la agricultura hasta que tuvieron que abandonarla para trabajar en la ciudad, a causa supongo de la revolución industrial.

Dejaron los trastos en el dormitorio, y se pusieron a preparar la cama, arreglar un poco el comedor, y poner grandes velas para poder guiarse hasta ciertas habitaciones, pero especialmente en el dormitorio, ya que sería la principal atracción de esta larga noche de primavera.

Una vez todo preparado, sacó una botella de absenta, se tumbaron cada uno en un sofá y empezaron a beber, poco a poco… la noche era idónea para estar con los pies encima del asiento y tapados cada uno con una fina manta…

Aquella botella duró tanto como las mentiras que nos íbamos contando, con el último trago empezamos a sincerarnos, ella me miraba con unos ojos embriagados por la bebida y por el cariño que me tenia, poco a poco fue acercándose y con un suave beso acabó conmigo, se apoderó de mi mente y de mi cuerpo, cayendo al suelo me rodeaba con sus brazos, no podía detenerme, realmente tampoco quería hacerlo y continuamos rodando por toda la habitación, la leve luz de las velas rebotaba ya sobre su cuerpo desnudo, el alcohol no me permitía percibir el paso del tiempo, sudando me acariciaba el pelo…

…Me gusta este olor, el humo de su cigarro mezclado con el fuerte olor del incienso rojo invadía el cuarto. Tumbados ya sobre la gran cama de matrimonio sobraban las palabras, tan solo con su brazo dejado caer sobre mi pecho me hacía saber que no quería que esta noche terminara, mientras fuera, la lluvia caía con fuerza sobre el tejado, y los mares se deslizaban por las ventanas. Yo tampoco quiero que esto acabe…

Desperté antes de que ella se diera cuenta de que el sol entraba ya por la ventana, iluminando por completo la habitación que, por una noche, fue solo nuestra. Cubiertos por tan solo una fina sabana que dejaba poco para la imaginación, sus suaves curvas quedaban perfectamente marcadas y cubierta hasta la cintura, con esos preciosos pechos dispuestos inocentemente a la vista.

Poco a poco empecé a recuperar unos fragmentos rotos de la conversación y una parte que aún está vacía, fue al final de beber ese líquido verde que acabó con todas las mentiras, cuando ella me dijo que el tiempo sin vernos ha hecho dudar a su corazón, que realmente está enamorada, pero no sabe bien porque, la parte vacía que quedó como mi alma, fue la que no dijo con palabras, sabiendo que difícilmente fuera yo el que estaba dentro de su cabeza, pero dejando entre ver que quizás no ha podido sacarme de su corazón.

Cuando desperté él no estaba junto a mí, tan solo quedaba la marca desecha de su figura en el viejo colchón. Lentamente fui recuperando la vista mientras la cabeza me daba vueltas, allí había una nota, en la mesita, al lado de la cama. Me puse unas bragas y una camiseta suya, su ropa estaba allí, por un momento pensé que se había ido dejándome abandonada como esta vieja casa. Me acerqué a leer la nota. Decía:

He estado pensando en todo este tiempo que hemos estado juntos, sé que últimamente no he estado ahí cuando me has necesitado, pero si son nuestros días olvidados… si cada beso va a caer en el tiempo por cada noche que dormí… por cada minuto que pasamos sin hablar, todo desaparece… repetiré contigo como tú quieras cada minuto que vivimos, y no me importa si hay rival, porque sé que realmente es a ti a quien quiero.

Desde lo más profundo de mi mente.

Bajó corriendo, descalza y entre lágrimas. En el mismo instante que le vio salto sobre él cayendo sentado sobre el sofá, ella estaba encima, de rodillas con las piernas abiertas, sin dejarle oportunidad alguna de escapar, se miraron fijamente a los ojos, y con un intenso beso… con más pasión que razón volvieron a quitarse la ropa, pero esta vez ningún tipo de droga les unía, solo aquella vieja casa pudo ver como floreció la relación entre caricias, sudor y pequeños arañazos. Pero esta vez completamente conscientes y sin mentiras…

Dulcemente fueron recogiendo la ropa, y preparándose para salir de aquella “Isla de Encanta”. Volvieron a cargar el maletero y subieron al coche, solo quedaba un pequeño camino de vuelta, casi sin hablar mientras en el coche sonaba “Where is my mind”…

Y aquí acaba este bonito día de primavera. Él la dejó en su casa, luego fue a la suya, donde no tuvo problemas para aparcar el coche, y continuo con su vida. Después de este día no volvieron a verse más, quizás solamente necesitaban liberar su mente, o escuchar lo que tiempo atrás podría haber servido para arreglar una relación rota por culpa de mentiras y mentiras.

domingo, 9 de marzo de 2008

¿Qué hay más allá del cielo?

- Continuamos con la información del tiempo. El pronóstico para mañana es desfavorable, una gran ola de frío vuelve a invadir el antiguo continente, las ráfagas de viento oscilarán entre los 50 y 70 kilómetros por hora, mientras que…

Apagué el televisor, me había quedado dormido frente a ella… que asco de tiempo, cuando no es viento y frio, es tormenta ¿Cuándo volveremos a ver la luz del sol? Hace ya cuatro años desde el accidente que dejó al planeta sin electricidad… putos terroristas, ¿como hicieron para atentar contra los reactores de medio mundo? Aunque la pregunta que me ronda la cabeza es cuando se marcharán estas nubes negras… bueno, será cuestión de ir de a trabajar o volveré a llegar tarde, y después de la última bronca que me dio el señor Wallace más vale que no se repita o “tomará cartas en el asunto”.

Aquí estoy yo, conduciendo esta vieja camioneta del 2027, me queda una hora de camino para atravesar estas montañas y llegar a la “civilización” aunque más que gente cívica parecen un conjunto de lunáticos desalmados luchando a contrarreloj para poder vivir tranquilos, que contradictorio. Enchufaré la radio a ver si me distraigo un poco.

- Últimas noticias, un gran proyectil ha caído del cielo, no se sabe su paradero o si ha colisionado aún contra la Tierra, pero ha dejado un claro hueco entre las nubes que ha producido un brusco cambio del tiempo, las ráfagas de viento han incrementado en 170 kilómetros por hora, se recomienda a toda la población que regresen a sus casas y que tengan cuidado con los objetos que pueda llevar el viento, repetimos, es muy peligroso permanecer fuera en la calle, el viento no tardará en llegar.

- Mierda. – dijo Roy cambiando bruscamente de sentido con su camioneta. – Será mejor que vuelva a casa, supongo que el señor Wallace lo entenderá, para que quiere a un fotógrafo que no puede salir a la calle a hacer fotos…

Mientras volvía, un fuerte golpe de aire hizo volcar mi coche sacándome de la carretera, ya había llegado el gran tifón, no sé qué hacer, ¿dónde puedo esconderme?

- ¡Por aquí, rápido! – dijo una mujer desde una especie de refugio natural.

Fui arrastrándome como pude hasta aquel lugar. Esta mujer, ¿Qué es? Emana luz, tiene un traje demasiado estrambótico para estar en una montaña perdida del mundo real.

- Tranquilo, ponte este traje, con él no te pasará nada. – dijo la extraña con una paz que no se palpaba precisamente en este momento y en estas condiciones.

- Gracias, pero ¿Qué haces aquí?, es decir, no eres de aquí verdad, ¿te has perdido por culpa del puto viento mientras ibas a casa o algo así? – dijo Roy mientras se ponía el traje.

- Si, podríamos decir que me he perdido.

- ¿Cómo te llamas? Ya que vamos a estar un rato hasta que pare esto… ah, perdón, yo me llamo Roy, soy fotógrafo, vivo a unos 20 minutos de aquí. Me ha sorprendido el tiempo mientras iba a trabajar, y nada, el resto ya lo has visto.

- Me llamo Skadi y… también he tenido un accidente mientras iba a trabajar, no sé cómo he llegado hasta aquí.

- Y estos trajes… ¿Qué son, porque llevabas otro contigo? No me dirás que es una nueva moda, jeje. – mientras decía esto, su rostro empalideció más aún, de repente su cuerpo y su rostro empezaron a brillar con mucha intensidad. El viento se calmo, pero algo parecía preocuparla.

- ¡Bruuuuuuuuum! – se escucho un fuerte ruido.

- ¡Quietos no os mováis!

Nos había rodeado un grupo de gente armada con unas especies de lanzas eléctricas.

- ¿Quiénes sois? – pregunté medio conmocionado por el surrealismo de la situación.

- Somos del CCT (Centro Climatológico Terrestre). Levantaos y subid a la furgoneta.

Hicimos todo lo que nos dijeron, nos vendaron los ojos y nos metieron una especie de droga que nos dejó durmiendo, eso es lo último que recordaba… ahora estoy atado, en una cabina muy extraña, ella está a mi lado… qué coño es esto, parece como una de esas naves espaciales que salen por la televisión, no entiendo nada, y la cabeza me da vueltas.

- Skati, ¿te llamabas así, no? Sabes dónde estamos, o qué es esto, ¿Qué está pasando? No entiendo nada.

- … - no dijo nada.

- Buenas tardes tripulantes. – dijo una voz metálica desde un altavoz de la cabina. – Vamos a mandarles de vuelta, no queremos más problemas de los que tenemos, ni tampoco queremos enfurecerle, para que un día vuelva alumbrar nuestras vidas. Sois el primer sacrificio al Sol. Buen viaje extranjeros.

Un gran ruido, seguido de un crujido ensordecedor me hizo adivinar que estábamos despegando… ¿realmente está pasando esto?

- Escucha. ¿Quién eres? Tú tienes algo que ver con el proyectil que ha caído hoy. Lo he oído por la radio.

- Si, es cierto, vengo de más allá de las nubes. – dijo mientras sobrevolábamos la ciudad.

- ¡Porque me has dado este estúpido traje! ¿No ves que me han confundido con alguien como tú? ¡Joder! No entiendo nada… vamos a morir… jejejeje… JAJAJAJAJA… no puedo asimilar todo esto, no puede estar pasándome.

- Tranquilo, vine a por ti. Pronto dejaras de preocuparte. – dijo mientras atravesábamos las nubes

- ¡Arrrg! – me cegué con el Sol, hacía tiempo que no lo veía, mis ojos se habían acostumbrado a la luz artificial. Poco a poco iba percibiendo con claridad el vasto mundo que se mostraba ante mí.

- ¿Qué es todo esto? – Había una gran plataforma flotando en el aire, sobre ella se erguía toda una metrópolis.

- Es Asgard, tu nuevo hogar. Una civilización perfecta, fundada hace 4 años por unos científicos terrestres. Aquí solo vienen los que tienen aptitudes especiales. Pronto vendrá un recolector a recogernos. Espero que puedas soportar el cambio. Pronto brillaras tanto como yo, te alterarán el ADN para poder resistir la radiación del Sol.

- Impresionante… - es lo último que dije mientras me desmayaba seguramente por la radiación, o por el cúmulo de acontecimientos…

Quizás este es el cambio que necesitaba mi vida.

lunes, 3 de marzo de 2008

El camino de las estrellas

El sol resplandeciente brillaba solemnemente en un cielo despejado… Mierda, pero qué es esto, ¿Madre, me ha toqueteado usted los papeles de la mesa? - ¡Sí! – dijo Madre como orgullosa por un trabajo bien hecho. Y el Narrador ya había metido la pata en su primer día de trabajo. Disculpen, comencemos de nuevo.

Llueve, ¡sí! Y mucho, llevaba tres días lloviendo, el cielo se mostraba encapotado, gris, y porque no decirlo, un tanto inalcanzable para el hombre de a pie. Era tíredes (nuevo día de la semana impuesto por el nuevo gobernador del mundo, Tiredoidal I. Se encontraba entre el miércoles y el jueves) del año 37 d.T. (no querréis que os explique de donde viene la T, ¿no?), y muy cerca de allí, sobre unos carcomidos raíles, pasaba un viejo tren. No viajaba mucha gente por esas vías, pero en el interior de un maltrecho vagón, se encontraban Techta y su curioso compañero de viaje Desceti, que era un tanto inocente, buena persona, pero bastante inocente, le faltaba conocer como era el mundo, pese a sus múltiples viajes en compañía de Techta, aún no había entendido la naturaleza del hombre, la avaricia, el odio… aaais era un caso perdido.

Estos dos aventureros andaban un poco perdidos, siguiendo, según Techta, su conejo blanco, ese que tal vez les lleve a un mundo de maravillas, a lo que para ella sería un gran tesoro, pero no una baratija de las que tantas han ido encontrando, sino uno que tenga muchos zafiros y rubíes incrustados, cuantas más piedras preciosas… mejor, y si después pudiera ir a una buena taberna a comer todo lo que el chef pudiera crear, ya estaría en el séptimo cielo, ese al que la gente dice que ha estado, pero que luego no recuerdan el camino. Lo malo es que se ha desviado bastante del camino, ya que con la lluvia intensa que cae estos días no ha podido seguir esas estrellas que brillan como polvillo de diamantes o, como dirían algunos, como grandes bolas de hidrógeno que arden a gran distancia. Pero claro hay gente que dice muchas tonterías. Por lo tanto no pueden seguir el mapa que compraron cuando pasaron por el pueblo Incertidumbre, en la sobrevalorada tienda del Ojo del Halcón.

- Entonces ¿hacia dónde dices que nos dirigimos? – dijo Desceti felizmente.

- No lo sé, en el próximo pueblo pararemos a cenar algo y a pasar la noche, seguro que mañana será un buen día y podremos seguir el dichoso mapa. – digo ella.

- ¡Ah! Perfecto, así podre hacer un poco de turismo por allí, y también podríamos ver las catedrales y…

- Alto ahí. – le paro ella en seco, antes de empezara a hacerse planes, excursiones e ideas varias que solo su mente podría imaginar. – ¿Tu sabes porque hemos empezado este viaje, no?

- La verdad es que no, en principio pensé que querías ir a comprar algo a la ciudad costera de La Concha Feliz, pero más tarde adiviné que lo que querías era darme una sorpresa y llevarme a ver un partido de los Lucky Strike, por eso no he dicho nada hasta ahora, no quería fastidiarte la sorpresa.

- …

- ¿Qué pasa? Ahora me dirás que no es cierto, y que vamos a ir vagando por el mundo en busca de tesoros efímeros que salen en mapas falsos creados por mentes perversas, jejeje.

- La verdad es que sí, voy a llevarte a un partido de los Lucky Strike, lo que pasa es que aún tardaremos un poco en llegar. – Ciertamente no sé si hubiera podido asimilar la verdad, y tampoco me gusta negarle la ilusión a la gente… si es feliz así.

Paso poco a poco el tiempo, y el tren cada cierto tiempo crujía estrepitosamente como una cadera vieja agachándose a recoger el periódico matutino. Y de repente entraron en el vagón dando un portazo unos hombres que vestían de terciopelo azul, desparramando por el aire las motas de polvo que invadían el tren y murmuraban quejándose por el brusco movimiento.

- ¡Identificación! – gritaron los tres hombres al unísono.

- ¿Qué pasa aquí? Un poco de tranquilidad. ¿Queréis romper esta viaja máquina? – les dijo ella un tanto preocupada. Mientras que Desceti sacaba las tarjetas identificadoras de los dos.

- Aquí tienen señores, espero que este todo bien. ¿Cuándo sirven la comida?

Rápidamente, el hombre más avispado de los tres arrancó las tarjetas de la mano de nuestro amigo y se pusieron a murmurar un rato.

- Señorita tendrá que acompañarnos a la capital de Tiretania por incumplir la ley 412 del castigo lúdico.

- ¿Qué?

- Señorita tendrá que acompañarnos a la capital de Tiretania por incumplir la ley 412 del castigo lúdico.

- Ya lo he oído, pero ¿Por qué se me acusa?

- Como dice la reciente normativa, nadie en esta galaxia puede tener un nombre que empiece por la letra T, como nuestro honorable gobernador. Así que será juzgada y sentenciada a participar en los juegos lúdicos de la temporada Otoño-Invierno, su amigo tendrá un descuento en la entrada del 30%, con derecho a palomitas parcialmente saladas, y a dos tercios del nuevo sabor refrescante de Tronic, la bebida con sabor a ciénaga.

- ¡Qué bien, por fin haremos algo divertido! – dijo Desceti ilusionado como un niño con un plato de chipirones fritos.

- ¿Qué? Esto va en serio… es una broma, ¿no? – dijo la joven aventurera que no daba crédito a lo que estaba pasando.

- Y tanto que es cierto, a no ser…

- A no ser ¿Qué?

- A no ser que quiera cambiarse el nombre por otro como: Pecha, Mecha, Lecha.

- O Leoclótida. – Se animó a decir uno de los hombres que estaba en silencio.

- Ni pensarlo, este nombre me lo pusieron mis padres por una famosa marca de cigarrillos y no pienso cambiarlo. Nunca. Llévenme donde sea no le tengo miedo a nada. – dijo sin pensar mientras los 3 hombres se la llevaban.


Ahí está ahora nuestra aventurera, en una celda junto su inseparable compañero que había ido a visitarla tras hacer turismo por la capital. ¿Qué les pasará a estos jóvenes intrépidos? ¿Conseguirá salirse con la suya el malvado gobernador? ¿Desceti podrá fotografiar todos los monumentos del lugar? ¿Tretcha acabará cediendo y cambiándose el nombre por Pechos Turgentes? ¿El Narrador continuará con su trabajo, o Madre nos narrara los acontecimientos la próxima vez? Todo esto y más nunca lo sabremos… o tal vez sí.