domingo, 24 de febrero de 2008

Quiero salir de aquí, no lo soporto

Llevo tres días caminando por este bosque, desde que llegué, una dulce y espesa niebla me acompaña, decían que era profundo, pero que con siete u ocho horas lograría atravesarlo. Desde que entré, una sensación agradable recorre mi cuerpo, no se, pero aquí dentro me siento como en casa… uuuuf! – suspiré. Ya no tengo casa, no tengo vida, solo me queda una mochila casi desprovista de alimentos, y esta libreta. Hoy saldré a buscar comida, iré a algún pueblo cercano…

Este es el 5ª día que llevo sin poder salir de esta jaula natural, estoy empezando a desesperar, apenas me quedan víveres para un día más, y en esta estación invernal los arboles de la zona no dan frutos, casi no he visto animal alguno, y por supuesto no he tenido la suerte de encontrarme con ninguna persona.

¡Es increíble! Hoy me he despertado y mi mochila estaba repleta de comida, estoy realmente contento, tanto como asustado, ¿Cómo habrá llegado esa comida? Bueno, creo que hoy será mi día de suerte, saldré ya de esta permanente bruma.

No puedo dormir, han pasado ya siete días desde la última vez que escribí, he tenido una pesadilla tan real… estaba en una casa que no había visto nunca, hablando con una mujer que no logro recordar, y había una pequeña niña dormida en su cuna, cuando de repente se fue la luz, el bebe rompió a llorar, unos gritos que aún ahora siguen retumbando en mi cabeza, volvió la luz sin razón alguna, para la casa había cambiado, las paredes se habían tintado de sangre, un rojo vivo, palpitante, la niña ya no lloraba, ya no se movía, pero lo que más me inquietaba era que la mujer que allí había, ya no estaba, eso era lo que más me amargaba, empecé a buscarla pero cuando iba a abrir la puerta de la cocina, me desperté empapado de sudor.

Estoy empezando a empalidecer, creo que han pasado ya tres o cuatro semanas desde que entre en este bosque, ya no recuerdo ni porque vine, ni como llegué hasta aquí, la verdad es que no recuerdo nada que no sea esta montaña inundada siempre por la espesa niebla. Cada día tengo la misma pesadilla, y cada tres o cuatro días aparece mi mochila repleta de comida. Pero por mucho que coma siempre tengo hambre, me encuentro fatigado, he intentado salir tantas veces de aquí que ya no sé si realmente este bosque tiene un final o no…

- Eeeeeh!! ¿Quién anda por ahí, hay alguien ahí?

He visto una figura entre la niebla, ¿Quién será?, he de averiguarlo. Salí rápidamente en su búsqueda. Poco a poco me iba acercando, era la figura de una mujer… Al fin di con ella, me quede sin habla, era preciosa, llevaba un vestido de noche rojo.

- Por fin me encuentras, has tardado mucho en dar conmigo, llevo tiempo observándote. – dijo la extraña mujer.

- ¿Quién eres? ¿Me conoces? – dije finalmente con voz temblorosa.

- Si que te conozco, y tu a mi también, pero veo que tu no recuerdas, quizás falta más tiempo para que empieces a recordar. Ya nos veremos.

- Espera. – dije rápidamente, pero ya era tarde, se había desvanecido en la niebla, como si el bosque se la hubiera tragado. Estuve buscándola por la zona, pero era imposible, no sé, ¿habrá sido fruto de mi imaginación? Ya no sé qué más puede pasar, si es sueño o realidad, ¿de verdad estoy en un bosque?

No lograba acordarme de ella, y cuando más fuerza hacia para recordarla más me dolía el corazón, no creo que esta noche pueda conciliar el sueño, pero me siento muy cansado como para seguir dándole vueltas a la cabeza, voy a intentar dormir…

- ¡Santo cielo! ¡Cómo ha podido ocurrir esto! – Las lágrimas brotaban sin parar, no podía contener la pena.

- ¿Qué he hecho? – volví a tener esa oscura pesadilla, pero esta vez ha llegado al final, he podido abrir esa puerta, esa puerta que mi corazón cerraba para no romperse en pedazos. Allí estaba ella, completamente desfigurada, tirada en el suelo, la sangre empapaba todo el suelo, iba fluyendo hacia mis pies, mis manos estaban manchadas de rojo, al igual que mi ropa. Encima de la mesa había una nota, era mi letra, y en ella escrito: “Quiero salir de aquí, no lo soporto, tranquilas yo os sacaré de esta tristeza. Esta noche la luna se vestirá de luto, por la muerte de un salvador”. Entonces es cuando oí un ruido, fui corriendo a ver de qué se trataba, y al entrar a la habitación de donde procedía el estruendo… un cuerpo pendía volando, amarrado a una cuerda, esa persona… era yo.

¿Será cierto este sueño? Entonces… ¿Estoy muerto? ¿Dónde estoy exactamente?...ella volvió a aparecer. Estaba allí sentada a mi lado.

- Veo que ya recuerdas. – me dijo, sosteniendo entre sus brazos a una pequeña niña.

- Cariño, eres tú. Por fin lo veo todo claro. ¿Qué ha pasado? Dime que la pesadilla que tenido solo ha sido un mal sueño... por favor. – dije entre sollozos.

- ¡No! Lo que has visto en sueños son tus últimos recuerdos como mortal, ahora vas a quedarte pudriéndote en este bosque toda la eternidad, vas a pagar por tus pecados… aquí, en soledad, poco a poco vas a ir perdiendo la cordura que te queda, hasta convertirte en parte de este bosque poblado por seres despreciables como tú. – dijo esto y desapareció, nunca más las volvería a ver. Pase los días tumbado, agazapado, acunado por el frío, la niebla y la desesperación, hasta convertirme en un árbol seco y vacío para toda la eternidad… como ella me dijo.



domingo, 17 de febrero de 2008

La Musa Embotellada

Aquí me encuentro, otra noche más, despierta, sin ansias y sin nombre, cerrada, enclaustrada entre estas seis paredes… o mejor dicho, cristales, un ventanal que me une a lo que llaman mundo exterior.

Otra noche más en este verano ártico, aquí he visto pasar ya tres glaciaciones pero nada cambia, el calor de este habitáculo es infernal, y aún lo hace más intenso este líquido que llena el recinto…
Creo que ya hemos pasado los 50º…
No puedo más…
No sé cuantos siglos han pasado ya, pero mis dueños se cuentan por decenas.

He visto gente como salía de la pobreza, encontraba un camino, una ilusión, una libertad de espíritu y alma. Personas que mataron por tenerme, buscando en mí lo más recóndito de sus corazones, pero el pesar de su alma acababa sucumbiendo en desesperación y locura. Muchos son los que triunfaron, los que alcanzaron la fama, el dinero… la gloria. Pero siempre se repite la misma historia, al fin y al cabo así es la codicia humana, succiona todos los recursos, extrayendo hasta la última gota de bondad, para luego abandonar en busca de un nuevo mundo que destrozar…
Cuan mísera es esta existencia…
No quiero vivir más, no de esta forma…
He de encontrar a alguien que me saque de aquí…
Romper estas cadenas inmortales, en busca del placer del descanso eterno…
Dulce muerte inalcanzable…

Ni siquiera sé quién soy, he tenido mil nombres, Incienso de Insecto, Cáliz de la Sabiduría… pero el que más vuelve a repetirse por los tiempos de los tiempos es el de la leyenda de la Musa embotellada.

El líquido de mi interior, el humo incandescente que desprendo, la simple mirada de mis blancas pupilas, cada una evoca en mi portador una excitación de sus sentidos… pero lo que no llegan a comprender es que el espeso humo, el suave y ardiente brebaje y mi penetrante mirada me permite introducirme en lo más profundo de sus sueños para encontrar esa inspiración latente que todos y cada uno de ellos tiene en mayor o menor medida…

Un nuevo amo!! Por fin seré libre, ya tengo claro lo que tengo hacer, esta vez sí… Me miró fijamente a los ojos, voy a penetrar hasta el fondo de su alma para que me estrelle contundentemente contra el sue… Que esto!!! No comprendo nada, que me pasa, no tiene alma… me asfixio, necesito alimentarme de su inspiración… me tiem… me tiembla el cuerpo… este es el sabor de la muerte… ya no veo nada… no quiero morir, quiero saber quién eres… por favor… no sé porque trataba de hablar si no podía articular palabra……ya no pu ya no puedo más……

En ese momento morí, por fin pude descansar en paz. Comprendí que aquella persona en realidad era yo antes de que un insecto me arrebatara el alma, convirtiéndome en lo que durante tanto tiempo he sufrido ser.